domingo, 3 de febrero de 2008

Las armas en la moneda ibérica

El poder bélico ha sido una de las máximas potencias de la historia y su importancia ha sido crucial. La inigualable eficacia de los ejércitos romanos ante sus enemigos, desde su aparición en una ciudad a orillas del Tiber, fue debida a su férrea disciplina y a la asimilación, sin perjuicios, de las tácticas y armas del enemigo.
Junto a los importantes cambios realizados por los romanos a nivel organizativo, táctico y armamentístico que dejan a ejércitos mucho más numerosos muy atrás, vemos a las legiones como una extensión natural del propio pueblo romano, lo cual es de suma importancia para su propio funcionamiento y efectividad. En este orden de cosas hay que destacar dos hechos muy importantes para que todo esto fuera así: por un lado la creación del campamento militar: durante la noche el ejercito se entrega al sueño protegido por un foso y una muralla de estacas de madera. Esta manera de fortificar el campamento constituyó una de las más importantes fuerzas tácticas de los romanos y siendo extensión del pueblo, el ejército, toma la ordenación de la ciudad romana para construir sus campamentos. Por otro lado la ordenación en manipulas de sus cohortes, dando al ejército una movilidad y un apoyo decisivos.
A diferencia de los ejércitos griegos donde el soldado podía presentar queja formal sobre las tácticas de los estrategas y llegar, con esto, a provocar el constante cambio de generales al frente del ejército, los romanos dan a un sólo hombre elegido por el pueblo el IMPERIVM: el mando supremo sobre las fuerzas militares desplegadas. De esta forma se provoca el control total sobre las unidades y sus tácticas, convirtiéndolas en máquinas de guerra de respuesta unitotal.
Minifundistas y latifundistas enfrentados en el seno de la República, luchando codo a codo contra los enemigos de Roma. Una paradoja que hace de esto algo único y que llevo a Roma a la cumbre de la civilización antigua.
Así el Senado queda como cuerpo político supeditado a las decisiones de las tribus, del pueblo - ejercito. Por que en Roma a las asambleas sólo acuden a tomar decisiones aquellos que pueden empuñar las armas. Porque "pueblo" para nosotros tiene más bien connotaciones pacifistas y culturales. Pero el POPVLVS romano era todo lo contrario: un ejercito en potencia dispuesto a la lucha con las armas del agricultor.
Vistazo general al armamento romano e indígena

En el año 218 a. C. un ejercito romano desembarca en Ampurias con la misión de cortar los suministros al ejercito de Aníbal, el cual se dirige hacia Italia. Este es el primer contacto de un ejercito romano con las tierras Hispanas y con sus gentes, y más tarde empiezan las acuñaciones hispano romanas de moneda, para abastecer a las tropas en servicio en la península. Ampurias acuña desde hace tiempo con los griegos.

Por aquellos tiempos la fabricación indígena de armas se limita a un nivel meramente personal. No hay producción a gran escala. Posiblemente sea a nivel tribal, como máximo. Pero esto pronto cambia con la llegada de los romanos, que rápidamente organizan la producción a nivel industrial poniendo en marcha la explotación minera a gran escala. En un primer momento los collegia opificum viajan a retaguardia de las legiones, pero a medida que el dominio romano se extiende y se asienta en la península estas corporaciones buscan emplazamientos fijos en lugares bien abastecidos de materia prima. Con lo cual pronto se forman a su alrededor núcleos poblados que toman rápidamente importancia comercial.

Así pues, la fabricación de armamento, los obreros de los collegia opificum, se llamaban metallarii y aunque estos tenían gran experiencia, en Hispania, aprendieron nuevos procedimientos para el templado del metal mucho más efectivos. Que en un primer momento dieron clara ventaja a las armas indígenas, no sólo por los métodos de fabricación sino por las características propias de las armas que las hacían más efectivas que las romanas debido a las estrategias de lucha que venían asociadas a la conformación física del territorio Ibérico.
La explotación de hierro en la península Ibérica puede remontarse alrededor del año 700 a. C., cuando se aprendió a fundir los metales. El trabajo sobre el hierro en la Celtiberia procedía de Bílbilis y Turiaso, cerca del Moncayo y a orillas del río Jalón. Otra zona importante de explotación minera fue la región de Cantabria y de menor importancia fueron Cataluña y Andalucía. Pero, según Marcial, la importancia de las armas celtibéricas respecto a las demás radicaba en su temple, el cual se conseguía gracias a la facultad de los ríos para enfriar y templar su hierro.
Aparte de esas cualidades del temple en el hierro celtibérico, hasta Roma también llegó la técnica de los herreros ibéricos en trabajarlo y así, con esa fama casi mítica, no tardó mucho el ejército romano en adoptar la espada ibérica (gladius hispaniensis) por aquellos tiempos del final de la segunda guerra Púnica.

Hasta nuestros días ha llegado el testimonio de Polibio, el cual dice que la mayor parte de los legionarios iban equipados con un pectoral de bronce, un escudo rectangular (scutum), el gladius hispanicus, canilleras y con un casco de bronce. Como el material del cual iban equipados era pagado por el propio soldado, también había diferencias según el status social que mantuvieran.
Los hastati y los princeps estaban armados con dos pesadas jabalinas o pila, mientras que los triarii llevaban la pica, lanza o asta. Los infantes pesados disponían, generalmente, de un escudo de forma alargada, de la ya mencionada espada hispánica, de casco y canilleras que protegían desde el empeine del pie hasta por debajo de la rodilla.
En tiempos de César, gracias al conjunto de libros del llamado Corpus Caesarianum, sabemos que el legionario tenía como armamento ofensivo reglamentario el pilum y la espada.
También dentro del ejercito romano existía un cuerpo no mencionado hasta ahora que estaba formado por soldados no romanos: los auxiliares extranjeros. En el caso del éxito en el reclutamiento de tropas en Hispánia, los romanos tuvieron suerte irregular. En un principio y bajo el pretexto de combatir a los cartagineses, los cuales tenían presencia en la península antes que los romanos y de las promesas de que una vez los cartagineses fueran expulsados, los romanos se retirarían, estos consiguieron atraer a cierto número de íberos. Pero una vez los Púnicos vencidos, los romanos empezaron la conquista de Hispánia y aquí también empezaron sus problemas en el reclutamiento de tropa indígena.
Pero ¿cuál fue el armamento del auxilia?. En un principio podemos afirmar que el principal armamento de este cuerpo militar era arrojadizo. Compuesto de hondas de diferente longitud para conseguir diferentes alcances y el arco, por el cual hay controversia en cuanto a la distancia de alcance. Según diferentes opiniones, el arco y su uso no era muy extendido. De todas formas, su uso vendría dado por la necesidad estratégica y esto lo demuestra la cantidad de hallazgos de puntas de flecha, como por ejemplo los de Osuna, donde se encontraron gran cantidad de ellas y que podrían clasificarse en cuatro tipos principales y con un tamaño que está entre los 6 y los 8 centímetros.



En este caso su producción es indudable que fue local, hispana o lusitana, existiendo gran número de fuentes que acreditan la existencia de gran cantidad de arqueros entre las tropas auxiliares del ejercito de Pompeyo. Según las opiniones citadas anteriormente, la distancia de alcance de las flechas era de entre cien y doscientos metros. Los hay que afirman que el arco antiguo no podía lanzar las flechas más allá de los 90/100 metros. En todo caso, las tropas auxiliares y su armamento eran un complemento ideal de la pesadamente armada infantería.
La honda tuvo en el ejercito romano de esa época un papel tan importante como el arco y la flecha. Lo demuestra la gran cantidad de hallazgos de proyectiles de honda encontrados en los puntos donde se entablaron batallas. Estas piedras en forma de glande (también estos glandes manufacturados en plomo), han servido para datar el yacimiento, ya que muchas de ellas llevan abreviado el nombre, como imperator, del mayor de los hijos de Pompeyo,Gneo. Además de las inscripciones pompeyanas, existen ejemplares con leyendas muy diversas, incluyendo el numero de la legión a la que pertenecían. Como nota curiosa diremos que dichos glandes, en ocasiones llevan inscritos mensajes propagandísticos, e incluso insultos al enemigo.
Pero los soldados que formaban los cuerpos auxiliares no eran exclusivamente infantería ligera, ya que los hallazgos en la península ibérica son numerosos en cuanto a un modelo de sable indígena, llamado antiguamente machaera. Las ventajas de esta espada falcata sobre otros modelos es bastante importante, ya que su manejo era muy versátil en cualquier tipo de combate, puesto que podía golpear tanto lateralmente, como lanzar estocadas frontales, y dado su tamaño, el guerrero tomaba ventaja en las distancias muy cortas con el enemigo.
En las anteriormente citadas excavaciones de Osuna, también aparece otro tipo de arma que se ve reflejada en la moneda: el tridente.
En lo que se refiere al armamento de tipo defensivo, tanto los arqueros como los honderos, pertenecían a la clase o categoría de los inermes, o sea, guerreros ligeros desprovistos de armadura, pero el resto de tropa auxiliar es claro que no pertenecían a esta categoría y se distinguían entre sí por el tipo de escudo que llevaban.
En cuanto a la caballería auxiliar y su armamento ofensivo, además de los arqueros que sólo aparecen encuadrados en las expediciones romanas al oriente y entre los númidas, el resto parece que tenía un armamento constituido por una lanza y una espada, el gladius hispaniensis que es lo mismo que utilizaba, parece ser, la caballería regular y más aun: posiblemente los ejércitos permanentes utilizaban las mismas armas que los auxilia nativos en un intento de unificar las legiones en cuanto a armamento ofensivo de su caballería.
El armamento defensivo de la caballería difiere según la región. No hay duda que en las regiones orientales de la República la caballería usaba coraza siguiendo la tradición griega, pero Roma no copió en este caso este sistema y aunque en Hispania podían llevarse corazas, estas eran muy diferentes. Pero de todas formas este detalle no se ve reflejado en la numismática, en la que el jinete porta escudo de cuero, como posiblemente también está elaborado el traje, arma y casco.
Sobre los cascos utilizados, a diferencia de los célticos y los romanos de tipología regular, los hispanos tienen formas distintas, detalle este que puede observarse perfectamente en la numismática.
En cuanto a la artillería de los romanos sabemos que era utilizada para lanzar piedras, flechas o masas sólidas. Las máquinas de artillería se pueden clasificar fácilmente ya que el vocabulario romano utiliza sólo cuatro palabras para diferenciarlas: la balista, la catapulta, el scorpio y el onagro.


Las armas aparecidas en la numismática ibérica

Si sumanos todos los hallazgos que se han producido hasta el momento en cuanto a moneda ibérica, sólo podemos distinguir entre tres tipos de espadas y uno de puñal, bastante diferentes unos de otros.
La espada corta puede verse bien definida en los denarios de Bascunes, y generalmente aparece bien recta en la mayor parte de los ejemplares hallados.


No obstante, en escasos cuños presenta una ligera curvatura que posiblemente sirve para adaptar la espada a la propia curvatura del flan monetal.


En este orden de cosas, sólo podemos afirmar que se trata de una espada corta y ligeramente curvada de la cual no nos consta se hayan encontrado ni en las excavaciones arqueológicas, ni se da reseña en las fuentes literarias de la época. En cuanto al armamento de las tribus del norte de la península no creemos que emplearan espadas tipo a la gala de La Téne, ni de tipo falcata, ni las de tipología antenada. Si nos limitamos a la espada aparecida en sus monedas, hallaremos sólo esta, incluso en las acuñaciones de bronce de las mismas cecas.



La espada falcata no aparece como elemento ofensivo del jinete íbero en ninguna moneda, si exceptuamos el caso dudoso aquí expuesto. Por otro lado, si que aparece esta arma en cuños donde sólo se muestra en forma individualizada.


Entre los elementos más relevantes de la Cultura Ibérica se encuentra sin duda la falcata, una espada de hierro, de aspecto elegante, en forma de sable, de hoja ancha, curva y asimétrica; casi siempre, con doble filo en la punta. A menudo, las falcatas se decoraban con damasquinados en hilo de plata, figurando motivos vegetales, geométricos, zoomorfos e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica. Una de las más bellas y famosas falcatas que han llegado hasta nosotros es este ejemplar procedente de Almedinilla (Córdoba). Se trata de una espada de hierro de 59 centímetros de longitud, carente de filo dorsal y con empuñadura forjada en forma de cabeza de caballo adornada con ricos motivos geométricos de plata. La hoja está surcada de profundas acanaladuras, que permiten aligerar su peso. Cerca de la punta está decorada con una pequeña ave de hilos de plata que parece surgir de una planta. Esta falcata fue hallada por Luis Maraver y Alfaro en 1867 durante las excavaciones de la necrópolis ibérica de Los Collados (Almedinilla), junto al poblado del Cerro de la Cruz. Desconocemos el ajuar de la tumba a la que perteneció, pero, como ocurre en otras sepulturas ibéricas, es posible que junto a ella hubiera otras armas, como una lanza y un soliferreum, propias del equipo militar o panoplia de los antiguos íberos.





Hay un problema que relaciona al pilum y a la lanza y es que en la mayoría de los casos, estas dos armas son muy difíciles de distinguir en las monedas. No así con el soliferrum que siempre aparece con unas características uniformes y bien diferenciadas. Aunque muchos parámetros hay que tener en cuenta al examinar una moneda, entre ellos el propio estado de conservación de la misma, aplicamos un criterio a la hora de distinguir el pilum de la lanza aplicando las descripciones que hasta nosotros han llegado de dichas armas. Entendemos pues que el pilum está dividido en tres partes iguales y que aparecen bien distinguibles en algunas acuñaciones: la punta férrea, el vástago férreo incrustado en la madera y el propio mástil de madera.




En este denario de Bolskan vemos como el arma se divide en tres partes claramente diferenciadas: la parte trasera acaba en un glóbulo y es más gruesa que la central, mientras que la punta es también más gruesa, mostrándonos así un jinete empuñando un pilum. Estas monedas, más que mostrar la forma en que los jinetes ibéricos lanzeaban, hacían de escaparate de las armas utilizadas por estas tropas auxiliares. Como en las monedas acuñadas por Carisio en Emérita que muestran trofeos y diversas armas utilizadas por dichos auxiliares ibéricos de las legiones romanas.

En cuanto al soliferrum se trataba de un arma de tipo ofensivo parecida a una lanza, como podemos apreciar en los tipos monetarios de la ceca de Emérita Augusta, en la cual se aprecia claramente esta arma. También hay emisiones de Ikalgusken en las que aparece como única arma portada por el jinete, junto al escudo redondo. Pero centrándonos en la moneda de Emérita cuyo anverso es el busto de Augusto, podemos ver que se trata de un trofeo hecho con armas de los íberos, sin duda procedentes de las guerras cántabras relacionadas, como ya hemos dicho anteriormente, con la fundación de la propia ciudad. En ella podemos apreciar que el trofeo está compuesto por un conjunto piramidal formado por escudos redondos (caetras) y diversas armas entre las que destacan un par de soliferrum de aguda punta y de aproximadamente un metro y medio de longitud empuñados por la figura superior, la cual también sujeta una caetra.



Podemos hacer una clasificación en cuanto a los tipos de casco que aparecen en la moneda hispano-romana. Estos serían de tres tipos bien determinados: por una lado tenemos uno de tipo redondo, el cual carece de visera y terminado en glóbulo. Por otro lado tenemos el casco cónico de ancha visera, y por último, las características particulares del tercero se encuentran en su larga cimera o penacho.






El escudo pequeño o caetra, es lo que a escudos se refiere, el que aparece con aplastante profusión en la moneda ibérica y tiene una gran expansión en talleres de variada localización en nuestra geografía, aunque la mayor parte de las monedas donde aparecen fueron acuñadas en la parte meridional de la Península.La hoz de guerra o falx aparece escasamente en la moneda de bronce ibérica y no se conocen emisiones en plata en las que aparezca dicha arma. En las monedas de bronce donde aparece, se caracterizan por un arte muy bárbaro.
El uso del falx parece representativo de algunas tropas auxiliares, reclutadas en el Norte y pertenecientes a pueblos o tribus del valle alto del río Ebro. La tosquedad del arte en los anversos llega extremos limites en algunos talleres que acuñaron moneda en la que aparecía esta arma y situados en la misma región geográfica. Los cuños de más calidad los encontramos en Oilaunicos y Turiaso.
En cuanto al venablo se confunde con el soliferrum del cual ya hemos hablado. El venablo es un arma corta que puede llegar a confundirse con una palma, pero a diferencia de ésta, el venablo no se lleva sobre el hombro. Su forma es parecida a una palma, ya que va provista de barbas en sentido inclinado y su longitud debería estar muy cercana a los 75 centímetros y era empuñada tal como una espada. En su conjunto, esta arma arrojadiza se asemejaría a una banderilla de las que se usan actualmente en la lidia de los toros, poco mas o menos tendría la misma longitud y sus barbas debían ser metálicas, aunque el que no hayan aparecido podría conducirnos a pensar que las mismas podrían haber sido de un material perecedero, como la madera endurecida al fuego.

Con respecto al bipennis no hay ninguna duda del uso extendido de esta arma ofensiva por las tribus íberas, y su identificación como doble hacha aparece confirmada por el denario de Augusto con la misma figuración. En este orden de cosas no es posible continuar confundiendolo con un martillo, como hacen algunos comentaristas del tema.



Así pues, en definitiva, no podemos decir que exista una clara homogeneidad de tipos armamentísticos dentro de la cultura ibérica: Levante, Cataluña, Valle del Ebro y Andalucía Oriental presentan cada una panoplias distintas aunque relacionadas; sólo la Bastetania y la Contestania presentan una panoplia típicamente 'ibérica' diferente de la de las regiones citadas. Además, dentro de cada uno de los tipos del Sureste existe una notable variedad tipológica, debido al carácter local y artesanal de la mayoría de la producción, que facilitó las variantes locales en la forja. Sólo determinados productos de lujo, como las falcatas damasquinadas o los umbos de escudo repujados antiguos presentan una gran homogeneidad supra-regional e incluso se extienden por toda la Penínula Ibérica, debido al buen trabajo de algunos talleres centrales especializados, más probablemente, al de armeros, herreros y orfebres itinerantes.

  • Bibliografía

De Guadán, A. M., Las armas en la moneda ibérica, Editorial Cuadernos de Numismática.


Villaronga, L., Denarios y quinarios ibéricos.


García Bellido y Cruces Blázquez, Diccionario de cecas y pueblos hispánicos, CSIC.



www.tesorillo.com




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